Aun así, Italia podía presumir de ser el único equipo en levantar la Copa Mundial junto con Uruguay con la curiosidad de que el equipo campeón siempre pertenecía al continente donde se celebraba el torneo. La Copa Mundial se había convertido en muy poco tiempo en un gran acontecimiento que recibía las miradas de todo el mundo, por lo que el caudillo fascista usó el torneo para la exaltación del nacionalismo, buscando publicitar el poder italiano con una victoria en la competición. Los espías italianos encargados de cumplir la misión eran Marco Scaglia y Luciano Benetti, quien apenas comenzada la final conspiraban sobre el tema, para finalmente, tras la victoria uruguaya en la que varios jugadores argentinos fueron abucheados por su propia hinchada, ofrecerle una gran suma de dinero a cambio de jugar al fútbol en y para Italia. La final terminó con empate a uno, y fue en la prórroga cuando un gol de Frossi, autor también del primer tanto, dio la medalla de oro a Italia y la confirmó como la mejor selección de fútbol del momento.
Italia, que venía de vencer por 7-1 a la selección estadounidense, se enfrentó en cuartos de final a España en lo que era ya un clásico en las grandes citas. camiseta chelsea 2020 Tras vencer en semifinales a la selección brasileña, que empezaba a despuntar, por 2-1 gracias a los tantos de Gino Colaussi y Giuseppe Meazza, se enfrentaría a la selección húngara que se encontraba liderada por Gyula Zsengellér y György Sárosi, que marcarían un camino que empezaba a forjar la que sería su más exitosa y recordada generación de futbolistas liderada por Ferenc Puskás. Una séptima posición y el no acceder a la fase final del torneo, de la que acabaría saliendo vencedora la selección uruguaya en el famoso «Maracanazo» para empatar en el palmarés de la competición con los italianos y recuperar de nuevo el trono como mejor conjunto mundial, fue un duro varapalo para «Gli Azzurri» del que tardarían en recuperarse. En él, donde los jugadores italianos alinearon hasta 9 nuevos futbolistas, y España, con 7 lesionados del partido anterior, vencieron por 1-0 los anfitriones, eliminando rodeados de una gran polémica a los españoles, en lo que sería conocido como «La Batalla de Florencia». Aunque los italianos vencieron por 4 a 0, la dureza de la Segunda Guerra Mundial hizo que la squadra azzurra debiera esperar hasta el fin del conflicto para volver a disputar un encuentro de selecciones.
La elección del suelo francés vino a raíz de la inminente Segunda Guerra Mundial y los cursantes acontecimientos bélicos en distintos lugares del mundo (España, inmersa en su Guerra Civil, y China y Japón, enfrentados en la Segunda guerra sino-japonesa por la invasión nipona de suelo chino, no pudieron acudir al evento por razones obvias), y Jules Rimet, creador del torneo, hizo todo lo posible para que la elección cayese del lado de su país natal, en detrimento de Argentina, la otra candidata, previendo la que podía ser la última Copa Mundial de sucederse la guerra. Tras, y pese a la suspensión indefinida de los árbitros que dirigieron el choque frente a España, una serie de errores arbitrales, se llegó al final del encuentro con un empate a un gol. Tras la polémica acontecida por las presiones del máximo mandatario italiano, a la finalización de dicho encuentro varios jugadores de aquel equipo reconocieron haber jugado la final bajo las amenazas de «Il Duce».
El campo n.º 1, donde el equipo femenino y el Bilbao Athletic disputan sus partidos, dispone de dos tribunas con capacidad para 2000 espectadores en total, y está decorado con el arco del antiguo San Mamés. La totalidad de sus logros los ha conseguido en las competiciones nacionales, donde está considerado un club histórico dentro del fútbol español. Italia se presentaba a una nueva cita olímpica, la de los Juegos Olímpicos de 1936 de Berlín, y tras la ausencia del fútbol en los anteriores Juegos de Los Ángeles 1932, como campeona mundial y como rival a batir. Como respuesta al boicot realizado en 1930 por los países europeos, Uruguay y otros países americanos se retiraron del segundo Mundial de fútbol celebrado en Italia. Tras la Segunda Guerra Mundial, el fútbol internacional logró sobrevivir gracias a que en los distintos países se continuó con la práctica del fútbol a nivel nacional, e incluso algunos partidos amistosos, aunque muy escasos, entre selecciones. Desgraciadamente, se produjo el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939, por lo que quedaron suspendidas las prácticas deportivas oficiales a nivel de selecciones, hasta varios años después, mientras el mundo se recuperaba de los acontecimientos, y pudiese volverse a organizar un evento de tales magnitudes sin que supusiese un peligro que desencadenase nuevos enfrentamientos entre las distintas naciones.
A nivel de clubes, Italia no solo había conseguido ya una estabilidad, sino que el F.C. El color, plata u oro, se lo disputó a la selección suiza, que había derrotado a la selección alemana, organizadora del Campeonato. Este fue un fuerte golpe para una selección que intentaba recuperar viejos éxitos. Tras la fuerte presión que Mussolini ejerció sobre los colegiados de ambos encuentros, éstos tuvieron una actitud permisiva con el conjunto italiano, que se empleó con gran dureza, e incluso se vio favorecido en discutidos lances de los partidos. Entre las causas, amén de la guerra, se encuentra la «Tragedia de Superga», en la que falleció gran parte del plantel del Torino, que por aquel entonces era el más exitoso de Italia, ganando 5 campeonatos de la Serie A consecutivos, y en el que hasta 10 jugadores copaban el equipo titular de la squadra azzurra. Fue allí, en 1886, cuando un escocés llamado David Danskin persuadió a otros quince trabajadores de la fábrica de armamento (arsenal) de Woolwich de que pusieran seis peniques cada uno para comprar un balón y formar un equipo de fútbol. La selección italiana volvió al fútbol internacional el 11 de noviembre de 1945 cuando empató 4 a 4 frente a Suiza, sin embargo, el resto de sus actuaciones internacionales fueron discretas.